lunes, 6 de octubre de 2008

Sexualidad y Discapacidad motora


Sexualidad


No intento convencer a nadie con este artículo, únicamente informar de algunas posibilidades para una sexualidad más real y funcional.


Empezamos una serie de artículos encaminados a la sexualidad en pacientes con discapacidad motora
La relación sexual puede seruna mirada, un beso, una caricia o una palabra. A consecuencia de alguna enfermedad o lesión medular la parte de la sexualidad tiene simplemente que adaptarse, puesto que las necesidades de placer y satisfacciones a nivel sexual siguen siendo las mismas.


Como cualquier persona conocer su cuerpo, zonas y necesidades es la parte más importante. Informarse y capacitarse de las posibilidades, recursos, técnicas y productos que pueden complementar las condiciones de las relaciones.
Sensualidad, provocación, excitación. Saber acariciar y saber disfrutar con las caricias son habilidades susceptibles de aprendizaje y de entrenamiento, que cada persona ha realizado en distinta medida a lo largo de su vida, sin que nunca sea tarde para dedicarles atención.


Esta aptitud tiene una clara relación con la facilidad de cada persona para comunicarse con los demás, puesto que no podemos olvidar que la sexualidad es una forma de comunicación: la más íntima, la que implica más expresión de sentimientos, de deseos, de placer, a la vez que es la que requiere más sensibilidad hacia las necesidades del otro.

La sexualidad es una forma de comunicación muy completa y variada: durante las relaciones sexuales se expresa ternura, atención, cariño, complicidad, seducción, apasionamiento, alegría y calma a la vez, en una secuencia de comportamientos enlazados por el deseo.
Llegar a amar o aceptar nuestro cuerpo como parte de nuestra sexualidad es algo fundamental.

Una cosa es nuestra imagen pública y/o la realidad en cuanto a algún tipo de discapacidad o disfunción que tengamos y otra es la realidad de nuestro cuerpo desnudo: su aceptación o rechazo influirá de manera decisiva en las relaciones con nosotros mismos y nuestra pareja.


Es muy evidente, pues, que lo ideal es tener un profundo conocimiento mutuo, conseguido a través de un diálogo más o menos explícito durante las relaciones sexuales. Una relación puede comenzar de forma muy sutil: una mirada, un ligero roce, unas suaves caricias. Estas pequeñas aproximaciones originan una corriente de comunicación y de mutua complicidad que puede ir haciéndose más profunda e intensa. Todo ello resulta muy agradable porque va creando una sensación de intimidad y de no estar interesados únicamente por la relación sexual.