lunes, 23 de febrero de 2009

Sexualidad sin barreras





Atendiendo a algunas sugerencias que usuarios del blog han realizado empezamos con una introducción de la sexualidad y la discapacidad para posteriormente ir profundizando en las distintas dependencias o discapacidades, espero desde aquí colaborar en el conocimiento de ésta materia a todas aquellas personas que han leído este blog y que por verguenza no han querido escribir nada en el pero si me han enviado un e.mail dando sus aportaciones las cuales valoro mucho ya que uno de los fines de esta página es dar a conocer esta necesidad.

Os animo ha que sigaís contactando ya sea en el blog o através de los e.mail.

Gracias a todos.




La discapacidad y el sexo despiertan reacciones personales y subconscientes en muchos de nosotros (...) La sexualidad existe en
sí misma. De igual forma que no hay una sexualidad específica para
suegras o funcionarios, tampoco existe una sexualidad especial para
las personas con discapacidad.
Nuestra sexualidad existe desde el principio. El hecho de que vayamos
a ser hombres o mujeres se decide en el instante de la concepción, y los genitales se desarrollan durante la vida del feto. Nos desarrollamos físicamente en la adolescencia, las hormonas sexuales comienzan a segregarse y nuestras necesidades sexuales se hacen más intensas
durante la pubertad.
Así pues, siendo la sexualidad un don por disfrutar, una dimensión por desarrollar independientemente de la situación geográfica, económica o física.

De igual forma que es independiente el deseo, los sentimientos o el miedo. La parte emocional de nuestro desarrollo sexual depende de nuestra infancia, de la forma en que hemos sido educados para convertirnos en hombres o mujeres y también de la forma en que aceptamos el sexo al que pertenecemos.

La sexualidad comprende nuestros sentimientos y opiniones, así como la forma en que los utilizamos para actuar sexualmente. Nuestra sexualidad está constituida par tantos componentes distintos que no es posible suprimirla o hacerla desaparecer sólo porque otras personas finjan que no existe. (...)

EL DESEO
El placer es posible para toda persona que lo desee. El primer gran paso, desde un punto de vista práctico, es sentarse a hablar e intentar descubrir lo que subyace a los problemas de relación.

La palabra, la comunicación, es la principal herramienta para nfrentarse a la ignorancia, a lo poco que sabemos sobre la relación entre nuestro cuerpo y nuestras emociones, una ignorancia que está reforzada
por los prejuicios y la actitud generalizada en nuestra época en el sentido de que la posesión de un cuerpo perfecto es garantía de ser amado.
A los miedos personales y las limitaciones físicas, se suma como obstáculo la visión del entorno. Al igual que es necesaria la concienciación en las personas con discapacidad, se hace necesario que quienes les rodean rompan con algunas ideas arraigadas, como el intentar quitarle de la cabeza sus aspiraciones sexuales y afectivas, el sobre proteccionismo, o el mantenimiento en la ignorancia por parte
de los padres, la ocultación del hecho sexual, o la atribución al discapacitado, dentro de la pareja, de un papel pasivo.

En realidad, no existen recetas, tan sólo potenciar la actitud positiva e inquieta para que el individuo pueda escoger su mejor forma de vivir la sexualidad dentro del amplísimo abanico erótico, sin que haya de seguir un modelo externo o adoptar deseos y opiniones ajenos.
EL MIEDO
El medio familiar, escolar y social en general, ante la sexualidad de las personas con discapacidad, se coloca en una posición de represión y ocultamiento, ¿por qué? quizás la respuesta resida en que se les antepone el rótulo-estigma de "discapacitados" antes que de "personas" pero también creo que tiene que ver con que todas nuestras generaciones han
tenido más acceso a la socialización sexual, es decir, a la transmisión de valores, creencias, mitos, costumbres y prejuicios a través de la familia, la escuela, medios de comunicación etc. que a la educación sexual, que
tiene por intención educar (desde edades tempranas) mediante estrategias de enseñanza apuntando a la formación y promoción de actitudes, valores, conocimientos y habilidades para una sexualidad responsable.

Una situación que suele darse a diario en las familias y en las instituciones, es que la sexualidad de un hijo-alumno portador de un déficit intelectual se transforma en angustia de los padres, hermanos, docentes, etc.
Esto es así, porque esas conductas sexuales son interpretadas por los adultos desde su mirada y desde su intención, sin tener presente —en estos casos en particular— que para comprender la conducta sexual de una persona con discapacidad intelectual, siempre debe tomarse en cuenta su nivel o edad de comprensión y no su edad cronológica.

En ellos, las manifestaciones sexuales son parte de un juego que favorece el conocerse, el diferenciarse, la identificación, la imitación, el intercambio de roles, lo que le permitirá desarrollarse sin dificultades
más adelante con respecto a su género, a su rol y a su integración.

Pero ¿cómo lo lograrán, si los tenemos sometidos a la ignorancia y desinformación respecto al tema? ¿Si no desterramos viejos prejuicios, creencias y actitudes, que no favorecen (en la medida de sus posibilidades) su desarrollo y autonomía?

Por lo expuesto anteriormente, considero que para comprender la sexualidad de las personas con discapacidad, es necesario desmitificar el tema brindando información adecuada que permita derribar los mitos y prejuicios que sobre ambos temas existen.

En principio, es muy importante dejar en claro que no existen diferentes sexualidades, como la sexualidad del niño, del adulto, de la persona con
discapacidad, sino que la sexualidad es una sola:

La sexualidad humana que presenta distintas manifestaciones o características según las etapas de la vida por la que se encuentre una persona.
Dicho de otra manera, todos somos seres sexuados desde que nacemos hasta que morimos, por eso, cuando hablamos de sexualidad hacemos
referencia a una energía vital, intransferible, inherente al ser humano que se expresa en todo lo que la persona hace como parte integrante de su personalidad e implica hablar de todo lo que somos y vamos construyendo a lo largo de la vida física, psíquica y socialmente.

Adhiriendo a esta perspectiva, es que concibo al sujeto con discapacidad, como un ser sexuado con derecho a vivir su sexualidad de acuerdo con su condición y posibilidades, y con derecho también a recibir una adecuada información y formación al respecto.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Esther soy una ex alumna tuya que estudié Terapia contigo y ahora estoy trabajando en Canarias ya que yo soy de aquí.
Me alegra mucho averte encontrado ya que muchas veces me acuerdo de tus palabras y de los consejos que nos dabas para tratar la sexualidad de los discapacitados.

En este momento estoy trabajando con chicos discapacitados psicológicos y tenemos algunos problemas con su sexualidad sobre todo con la masturbación y me gustaría saber si através del blog me podías ampliar esta información, darnos consejos de como tratarlo ya que aquí hay poca información al respecto la mayoría de los padres son mayores y esto es un gran problema para ellos.
Un fuerte abrazo de tu ex alumna que no te olvida.
NEREA